jueves, 5 de septiembre de 2013

              La Cueva de Adulam

"Yéndose luego David de allí, huyó a la cueva de Adulam; y cuando sus hermanos y toda la casa de su padre lo supieron, vivieron allí a él. Y se juntaron con él todos los afligidos, y todo el que estaba endeudado, y todos los que se hallaban en amargura de espíritu, y fue hecho jefe de ellos; y tuvo consigo como cuatrocientos hombres." 1 Samuel 22:1,2

Al llegarle el momento a David de manifestarse al pueblo como el ungido de Jehová, derrota delante  de grandes guerreros al invencible Goliat. Algo que asombró a muchos de como un joven, sin aparente experiencia de asuntos de guerra, sin una preparación en el cuartel general del ejército de Israel, sale del anonimato y derrota al gigante que los atormentó por cuarenta días. ¿Qué hizo la diferencia? La unción que estaba sobre David.

Y esto provocó los celos y envidia del rey Saúl. Que lo guiaron a aborrecer a David. A tal grado de quererlo eliminar, porque le era estorbo en sus propósitos personales llenos de odio y egoismo. David tuvo que huir lo mas lejos posible para no confrontar al rey Saúl. Porque respetaba al ungido de Dios.

Y en ese escape que logra David se  refugia en una cueva que le llamaban, la cueva de Adulam. Este lugar tiene un significado muy importante. La palabra Adulam en el hebreo significa "encerrado".

Primero llegaron los familiares de David y se refugiaron en esa cueva. Segundo llegó un grupo de personas que nada tenia que ver en este conflicto personal. Además esta gente que se le une a David, eran personas con muchos problemas personales: Endeudados, afligidos y amargados.

No llegaron allí para recibir un seminario de "como salir de las deudas en 15 días" o "confesar positivamente el futuro." ¡No! Llegaron para unirse a un hombre con problemas, que lo andaban buscando para matarlo, pero ungido. Lo cual marca una gran diferencia.

Muchas veces las personas ungidas son perseguidas por el sistema religioso de este mundo. Por personas egoistas llenas de envidia y celos. Pero ese es el precio que toda persona que busca vivir ungido los dias de su vida en esta tierra sabe que ese es el precio que tiene que pagar: Ser perseguido, pero tiene que amar y bendecir a sus enemigos. Esta es la regla.

¿Porqué estos hombres con problemas se unieron a David?
Porque David transmitía confianza y seguridad. Demostraba sinceridad y temor de Dios en su diario caminar, lo cual el respaldo del Señor estaba sobre él.
Si nosotros queremos ser de bendición a esta humanidad que está muy necesitada de Dios. Necesitamos vivir totalmente en la presencia divina de una manera constante, permanente. De tal manera que seamos absorbidos por esa fragancia espiritual que brota desde el trono divino.
Se necesitan urgentemente hombres y mujeres de integridad, donde Dios les pueda confiar sus planes mas ambiciosos para
manifestarse al mundo con poder.
Estos hombres marginados por la sociedad se unieron a David porque el respaldo de lo alto estaba sobre él. Tenía relación con Dios.
"El concepto de quien es Dios, determinará nuestro estilo de vida."
Un  ungido es el mismo Dios manifestándose a través de esa persona. Ya que el Espíritu Santo a transformado a esa persona a través de un proceso, que a veces es lento, pero seguro. Lo cual determinará su nivel espiritual.

"...somos transformados de gloria en gloria en la misma imagen, como por el Espíritu del Señor." 2 Corintios 3:18.

Para que David llegará al nivel espiritual que tenía tuvo que pasar ese proceso de transformación mediante la persona del Espíritu Santo, quien es el agente encargado de esa función.

Si no hay transformación, no hay suficiente unción. El aceite celestial es lo que marca la diferencia en nuestras vidas.

¿Cómo obtenemos ese aceite?

1- Estando en la Cueva.
Para ser una persona ungida tenemos que estar a solas con Dios. Tener una relación íntima. Donde no hayan estorbos, ni obstáculos. Y no solo las cosas materiales pueden obstruir esa relación. Sino personas que tienen un caminar dudoso en sus vidas espirituales, que lo que hacen es contaminarnos con su estilo de vida desagradable a Dios. Hay que retirarse de esas personas, si realmente queremos vivir en la atmósfera donde fluya constantemente la corriente del Espíritu.

Por muchos años traté de acercarme mas a Dios, y nunca lo lograba. Pues le daba mucha prioridad a las "amistades", aunque eran líderes, no eran personas espirituales.  Estas "amistades" me estaban bloqueando mi vida espiritual sin darme cuenta lo delicado que implicaba esta relación divina. Nuestras amistades, aunque usted no lo crea determinan nuestra espirititualidad. Si usted quiere ser una persona ungida, tiene que rodearse de gente ungida.

Ya que con nuestro vocabulario, atraemos al Espíritu Santo o lo alejamos. ¡Atraigámolo con palabras que glorifiquen el nombre de Jesús!

2- Alimentándonos con La Palabra de Dios.
Asi como el cuerpo físico no puede vivir sin alimentarse con comida física, asi también lo es el cuerpo espiritual.
Vivimos en una sociedad donde se le hace demasiado énfasis a las dietas alimenticias, ya que la dieta determina nuestra fortaleza física. Muchas personas quieren lucir bien físicamente, tener el cuerpo esbelto como cuando tenían 20 años de edad. Ese es el sueño para muchas personas en el día de hoy. Sin embargo, hay un gran desequilibrio ya que también poseemos un cuerpo espiritual que tenemos que almentarlo y nutrirlo para poder vivir una vida en victoria total. De lo contrario, todo será solamente una apariencia física impresionante.

Pero si alimentamos nuestro ser espiriutal con alimento espiritual, obtendremos grandes resultados espirituales que nos proyectarán a tener armonía con Dios. Nos beneficiaremos con una buena y excelente comunicación con el Altísimo.

"Cuando lavaba yo mis pasos con leche, y la piedra me derramaba ríos de aceite." Job 29:6

Nuestra conducta dirigida por la palabra de Dios nos lleva a tal grado de obediencia. Que estaremos actuando conforme a la voluntad de Dios. Y cuando estamos viviendo en ese nivel espiritual  o sea deleitándonos en la comunión íntima con Dios, El mismo derrama desde su mismo trono esa unción fresca que nos transforma de la debilidad a la fortaleza, de la nada a lo mucho. Y haremos grandes hazañas para la gloria de Dios.

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